El gas refrigerante que activa y hace funcionar los aparatos de aire acondicionado repercute en la temperatura que disfrutamos en la estancia donde la maquinaria está instalada. ¿Cómo? A través de un proceso de extracción y transmisión de calor desde un punto a otro, lo que permite obtener ese calor a una temperatura concreta que previamente hemos seleccionado en el espacio donde nos encontramos.
A la hora de elegir el gas refrigerante más idóneo, se tienen en cuenta dos valores principales: seguridad y nocividad para la salud. Dentro de este segundo valor, se incluye el grado de perjuicio que el gas refrigerante le infringe al medio ambiente, en concreto, a la capa de ozono.
A lo largo de los años, los gases refrigerantes empleados en los circuitos de aires acondicionados, cámaras frigoríficas y demás equipamiento relacionado han ido cambiando a la par que lo hacían las restricciones europeas en materia de sostenibilidad. Por consiguiente, la Comisión Europea lanzó hace varios años una directiva específica para luchar contra el cambio climático y el calentamiento global: reglamento UE nº 517/2014 llamado F-Gas.
Este es el motivo de la cada vez mayor inclinación de particulares y empresas por gases más eficientes y benignos con el medio ambiente que los hasta ahora más empleados, que son los gases fluorados de efecto invernadero.
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Gas refrigerante más utilizado en la actualidad
Por las razones que ya hemos ido avanzando, el uso determinado de un gas refrigerante u otro vendrá marcado por su impacto en la capa de ozono y por sus valores de efecto invernadero.
El más utilizado durante años fue el R22, pero al pertenecer a la familia de gases HCF (Hidroclorofluorocarburos), muy nociva para la capa de ozono, se prohibió. Ahora, las alternativas más empleadas son los gases refrigerantes R410a, R32, R407c y R134a, los llamados “refrigerantes verdes”, por contar con un PCA (Potencia de Calentamiento Atmosférico) más bajo, en torno a 2000, aunque se debe advertir que a partir de 2022 también estarán prohibidos.
Estas restricciones y limitaciones de la directiva P-Gas obligan a pensar en nuevas opciones de futuro. La Comisión Europea ya ha establecido 2025 como la fecha a partir de la cual tampoco se podrá usar el gas R410A en equipos de aire acondicionado. De hecho, ya se han dejado de fabricar máquinas que soporten este gas refrigerante. Por su parte, las alternativas R407a, R407f, R442a o R134a tienen el hándicap de una peligrosa alta temperatura de descarga, complejo de usar en instalaciones de frío negativo.
En las de positivo, el R134a, parece buen sustitutivo del R404a, que ya no se usa desde el pasado 1 de enero del 2020.
A día de hoy, los gases refrigerantes más utilizados siguen siendo:
- R410a
- R134a
- R407f
R32: el gas refrigerante elegido por los fabricantes
Sin embargo, muchos fabricantes ya se decantan por el gas R32 (fluoruro de metileno) perteneciente a la familia HFC (hidrocarburos fluorados). Lo hacen porque es una apuesta más segura y eficiente, tanto en frío como en calor, con unos valores PCA por debajo de los máximos fijados por la autoridad europea y sin dañar la capa de ozono. Se utiliza en estado puro, sin mezclas, y el ahorro energético es más que considerable dada su fácil instalación.
La mayoría de máquinas de aire acondicionado que se fabrican a día de hoy ya vienen con el gas refrigerante R32 instalado. Es muy adecuado para nuevas instalaciones al tener una mayor potencia, pero que puede resultar explosivo cuando mezcla con el aire. Y como ya se ha mencionado, las exigencias de PCA no mayores de 150 a partir de 2022 hacen de este gas refrigerante sintético una opción también con fecha de caducidad para los aires acondicionados, por lo que el sector debe buscar nuevas opciones.
Mejores alternativas de futuro para los aires acondicionados
Los gases refrigerante R717 y R744 parecen coger ventaja como opciones viables a corto plazo entre los profesionales del sector. El primero se basa en el amoniaco, mientras que el segundo lo hace en el dióxido de carbono y es una alternativa natural a los gases HFC. No es tóxico ni inflamable y provoca un impacto mínimo en el calentamiento global (PCA=1).
Todavía se siguen haciendo pruebas que demuestren cuál es la mejor vía a seguir en el camino del cambio dentro del sector de gases refrigerantes, pero estos nuevos gases ya se han empleado con éxito en la refrigeración comercial, y hacen pensar a los principales actores del mercado que son la mejor opción para cumplir con las exigencias europeas en materia de contaminación y con los estándares de rendimiento mínimos exigidos.
Advertencia doméstica: reponer el gas refrigerante por su mismo modelo
Muchos usuarios deciden recargar sus máquinas de aire acondicionado por cuenta propia, sin requerir los servicios de un profesional o del propio servicio técnico del fabricante. Ésta es una decisión delicada que debemos madurar con detenimiento.
Un tipo de gas refrigerante contará con unas características propias y específicas que lo hacen efectivo o dañino según la utilidad que se le dé. Hablamos de:
- Temperatura específica
- Comportamiento termodinámico determinado
- Valores de presión según temperatura y volumen
- Tasa concreta de cambio térmico
Las tuberías de las máquinas funcionan con determinadas presiones, que responden a las características específicas de unos determinados tipos de gases refrigerantes. Aventurarse introduciendo el gas erróneo, causaría peligrosas consecuencias. Por ello se deben recargar los aires acondicionados exactamente con el mismo tipo de gas refrigerante usado de fábrica.
Conclusiones
El gas refrigerante más utilizado en la actualidad en las máquinas de aire acondicionado serían el R410a y el R32, pero el primero ya no se fabrica (no se fabrican máquinas con él instalado; sí que se puede seguir utilizando para recargarlas) y el segundo dejará de poder emplearse a partir de 2022 por exigencias de PCA (<150).
El sector cambiar por normativas europeas y los fabricantes deben buscar gases refrigerantes menos nocivos con el medio ambiente. Como hemos apuntado, alternativas naturales como el R744 podrían ser la solución al problema a corto y medio plazo.